Eduardo siempre quiso ser oftalmólogo como su padre. Pese a pertenecer a una familia numerosa, Eduardo fue el único de sus hermanos que heredó la pasión de su padre por la oftalmología y desde muy joven tuvo muy claro que lo que más deseaba en esta vida era ser oftalmólogo y poder así dedicar su vida profesional a su pasión.

Eduardo pasó el BUP y el COU y pese a aprobar la selectividad no obtuvo la nota suficiente para entrar en medicina. En este momento tuvo que tomar la primera de una serie de difíciles decisiones en su vida y optó por perseguir sus sueños así que repitió COU con el objetivo de conseguir la nota suficiente para cursar medicina. A los 18 años, ésta no es una decisión fácil. Todos tus amigos dejan el colegio y entran en la Universidad y tú decides quedarte en el colegio y repetir curso. Eduardo eligió el camino difícil y venció a la presión social que se empeñaba en que no fuera médico dando un paso atrás para poder dar luego dos adelante.

Eduardo repitió COU, se examinó por segunda vez de selectividad y logró entrar en medicina, sin embargo, su lucha por alcanzar un sueño no acababa más que de empezar. Estudió Medicina y aunque no fue un estudiante brillante (hace falta serlo para ser un buen médico????, cuantos genios o buenos directivos fueron un desastre en los estudios???) finalizó la carrera.

Por desgracia, no basta con lograr la nota suficiente para entrar en Medicina ni aprobar todas las asignaturas para ser oftalmólogo sino que hay que examinarse del MIR y sacar un nota suficiente para hacer esa especialidad que resulta ser una de las más demandadas cada año y que por tanto, necesita de una mayor nota media para ser elegida.

Eduardo se presentó al MIR pero no logró la plaza anhelada así que tomó la decisión de ejercer de oftalmólogo tuviera o no tuviera el MIR. Pudo realizar la especialidad al lado del grupo de estudiantes MIR de oftalmología aunque a él no le servía de nada a nivel oficial. Y se puso a trabajar de oftalmólogo en diversos hospitales y consultas asumiendo que nunca podría ejercer de especialista con título, lo cuál supone no poder operar, ni firmar, ni tener consulta propia, es decir… no tener el título de Oftalmólogo. Aunque fuera a medias … había alcanzado su sueño.

Fueron pasando los años. Eduardo se casó y tuvo 3 hijos y todos sus amigos también trabajaron y la mayoría crearon sus familias y desarrollaron su carrera profesional

El pasado Viernes la mujer de Eduardo organizó una cena de amigos como tantas otras de las que solemos hacer. Eramos 16 amigos cenando tranquilamente cuando llegados a los postres observé como los camareros servían cava a todos y ya me olí que algo estaba pasando. Al rato Eduardo, con una copa en la mano, pidió un momento de silencio, se aclaró la voz e inició uno de los discursos que más me han sorprendido y enseñado en mi vida.

Eduardo nos anunció que durante los últimos 2 años y medio no había estado realmente trabajando y que nos había tenido a todos engañados. En realidad, se ha pasado los últimos años encerrado 11 horas al día, 6 días a la semana, en una celda de un convento estudiando para el examen del MIR. Sólo su mujer, sus padres y sus suegros lo han sabido todo este tiempo y mientras todos pensábamos que Eduardo iba trabajando y abriéndose hueco como oftalmólogo pese a las dificultades, él lo había dejado todo, había renunciado a ver a sus tres hijos crecer (más que un ratito por las noches y los Domingos) y había estado estudiando como una bestia para lograr su sueño. No ha querido que nadie lo supiera durante todo este tiempo. No habrá querido tener esa presión añadida (suficiente debía ponerse el mismo).

Hace más de un año se presentó al MIR y lo aprobó. Eso quería decir que podía cursar una especialidad y le ponía por delante un futuro como médico especialista. Sin embargo, por poco, pero no obtuvo la nota suficiente para hacer oftalmología. Fue uno de los momentos más duros para Eduardo que, inevitablemente se vino abajo. Todos los años de esfuerzo no había servido para nada y de nuevo, tenía que renunciar a su sueño o al menos, cambiarlo por uno de menor peso.

Sin embargo, Eduardo volvió a encontrar en su interior esa fuerza que tienen las personas persistentes para empeñarse en lograr sus sueños y con la inestimable ayuda de su mujer que siempre le apoyó, volvió a encerrarse dando una oportunidad más a su sueño.

En enero de este año Eduardo volvió a presentarse al MIR y hace pocas semanas ha sabido que tiene nota suficiente para hacer la especialidad de oftalmología. A continuación se presentó a las entrevistas en Barraquer, una de las mejores clínicas oftalmológicas del mundo. Esto no me lo ha contado Eduardo pero estoy convencido de que su historia de persistencia en perseguir su sueño tuvo que impresionar a los médicos de Barraquer que eligen a quien incorporan entre un montón de solicitudes y pese a que también habrán valorado su experiencia de trabajo durante 8 años se habrán sentido, como nosotros, impresionados por su constancia y capacidad de conseguir metas.

Hace unos días recogió en Madrid su plaza oficial para hacer la especialización en la clínica Barraquer durante los próximos 4 años. Eduardo ha alcanzado su sueño.

Cuento aquí toda esta historia porque todavía me encuentro en estado de shock por la sorpresa y porque creo que demuestra con tremenda claridad algo muy importante tanto para la vida como para los negocios. La «persistencia» es un gran activo a la hora de lograr los objetivos que te propones. Tener un objetivo claro y ser persistente en querer lograrlo mueve montañas. No hay que ser en exceso persistente con las estrategias (algunas no funcionan y hay que saber verlo) pero si con los objetivos que uno se marca.

El caso de Eduardo es excepcional y seguro que muchas personas igual de persistentes se quedan en el camino pero estoy seguro de que, igual que le hubiera pasado a Eduardo de no lograrlo, todos vivirán felices y realizados sabiendo que lo dieron todo por sus objetivos y no dejaron de sudar ni una sola gota en el intento.

Eduardo ha supuesto para todos nosotros un ejemplo de cómo nunca hay que tirar la toalla si quieres lograr tus sueños. Sólo espero ser una pequeña fracción de persistente con los míos de lo que él lo ha sido con los suyos.

Felicidades Eduardo!

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